सींग बल "SINGA BALA"

 


Cuenta una leyenda nepalí, que hace mucho, mucho tiempo, antes incluso de Papá Noel, los Reyes Magos, la Bruja Befana o la cabra de las nieves, en el mundo no existían ni el juego, ni los juguetes... Los niños y niñas pasaban el día tristes y en silencio, preparándose para convertirse en anodinos adultos con el único propósito de trabajar. Nevaba constantemente, por lo que las cosechas se echaban a perder. La caza era muy difícil ya que los animales permanecían ocultos o hibernando casi de forma perpetua en espera de tiempos mejores. La tristeza, el desánimo y la desesperanza lo envolvía todo y a todos… 


Cierto día, uno de estos niños tristes y silenciosos, salió de la cabaña en la que vivía con su hermana pequeña y sus padres, tras una gran nevada... El sol estaba alto en el cielo y al sentir su cálida caricia en el rostro se quedó allí con los ojos cerrados, inmóvil sobre la nieve blanca y esponjosa. Poco a poco fue entrando en calor. La sensación era tan agradable que en su rostro se dibujó una leve sonrisa, algo que nunca antes había ocurrido. Casi sin darse cuenta, sus piernas se movieron y comenzó a andar despacio hacia la linde del bosque. Abrió los ojos y al acomodarse a la luz vio en el suelo dos singulares ramitas que le recordaron a los cuernos de las figuras pintadas en las viejas cuevas. Se agachó para cogerlas. Al hundir los dedos en la nieve, bajo una de las ramas, una idea pasó por su cabeza. Volvió a dejarlas en el suelo, y recogió entre sus manos toda la nieve que podía manejar y comenzó a darle forma de bola. Tras unos minutos girando y apretándola, pareció quedar satisfecho con su forma esférica, recogió de nuevo las ramas y las clavó en la bola a modo de cuernos. En ese instante, como reflejos en la superficie de un lago helado, en su mente comenzaron a aparecer infinidad de divertidas escenas protagonizadas por aquella bola con cuernos… 


El sol estaba alto en el cielo cuando un extraño sonido del exterior les despertó. Era un sonido agradable, agudo y suave, casi musical, algo que hubieran afirmado si hubieran sabido lo que era la música... Con más curiosidad que miedo, ambos se levantaron. Su hija pequeña parecía haber oído también aquel sonido, pues se desperezaba junto a la cama ya con los mocasines puestos. Salieron fuera y encontraron a su hijo correteando por la nieve. Tenía en las manos lo que parecía una pequeña criatura con cuernos... no, era una bola de nieve con ramas... Pero él la movía y la llevaba de un lado a otro como si estuviera viva. Su hijo saltaba, rodaba por el suelo y daba vueltas sin dejar de hacer ese ruido, el ruido salía de su boca que formaba una preciosa mueca, una enorme sonrisa. De improviso, junto a ellos, la pequeña comenzó también a hacer ese maravilloso ruido cuando salió corriendo junto a su hermano. Ambos se miraron sorprendidos al ver también en sus rostros dibujadas unas sonrisas. Aún no lo sabían, pero sus hijos estaban jugando. Jugaban alegres con una bola de nieve que simulaba un pequeño animalillo. Aunque tosco, aquel fue el primer juguete, una bola con cuernos o como se dice en nepalí: “SINGA  BALA”.


        Aquella bola de nieve trajo la alegría al mundo. Y con ella el tiempo cambió, el calor de los corazones exultantes alejó el frío. Con el tiempo, y con la nieve convertida en un lejano recuerdo, la fría bola se convirtió en una suave y encantadora bola peluda con cuernos que, el boca a boca y la imaginación de unos y otros, hicieron crecer y crecer hasta convertirla en una gran criatura de pelaje blanco y cuernos de ciervo que, todos los años, recorría el mundo llevando juguetes a los niños.”




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